Colombia es un país de contrastes. No sólo de contrastes geográficos, climáticos y naturales sino también de contraste culturales, de costumbres, tradiciones, creencias y formas de vida de acuerdo a la región en la que se habite. Sin embargo alrededor del cultivo del café se han forjado una serie de firmes creencias y valores que tienen un gran impacto no solo sobre la calidad final del café 100% colombiano sino sobre la pasión y dedicación asociada con su cultivo.
Los productores que participen del proyecto, se verán beneficiados con un incremento sustancial de los ingresos netos. El Proyecto tendrá como efecto el incremento en la absorción de mano de obra en las actividades cafeteras del área, parte de la cual será cubierta con los recursos propios de las familias, y otra mediante la generación de empleo asalariado.
El arduo trabajo que implica llevar un café de calidad del árbol a la taza permite entender la importancia de todos los procesos donde interviene el productor colombiano para obtener el café con las características de calidad con las que se distingue el Café de Colombia.
Esta cultura cafetera, uno de sus mayores valores, ha pasado de generación en generación y hoy sus jóvenes siguen este modelo de vida, como esperanza de futuro, para lo que su comunidad y su Federación les busca mejores y mayores maneras de inclusión en la actividad cafetera. Se trata de gente 100% dedicada a transmitir lo mejor de si mismos en su actividad.
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